martes, abril 03, 2007

Del inicio

Crecí en una familia católica, mi madre muy creyente y asidua al rosario, las misas y la confesión.
Mi padre más liberal sé auto nombraba libre pensador, hombre muy culto y reacio a las ideas inquisitorias de la Iglesia, estudio en colegios de monjas donde fue presa de temores infundados por parte de monstruos disfrazados de hábitos y creció con cierto recelo hacia quienes más que educación le hacían creer que era un ser impío por observar su cuerpecito a la edad de 5 o 6 años, cosa que para cualquiera sería traumático.
Recuerdo que la familia de mi padre siempre ha sido tan católica que incluso caen en el fanatismo, van a misa todos los días, comulgan a diario (claro en los casos de no estar divorciados, porque es pecado!!!) Se confiesan seguido.
Guardan vigilia en los días santos, tanto es así que muchas de mis tías dejaban incluso de jugar canasta toda la cuaresma, o bien una de ellas no jugaba los viernes pues los consideraba de guardar.
Esto lo digo sin el afán de critica, pues cada uno es dueño de sus conductas, sus pensamientos y sus religiones. Aclaro también que no es mi pretensión influenciar a nadie para que practique religión o corriente alguna, solo es deseo de expresar lo que pienso y poder compartirlo con quienes lean este blog.

Retomando, recuerdo una infancia feliz como una niña normal, con domingos primero de misa, para después acudir a algún parque o a un evento y una comida siempre en familia, de esas misas lo que más tengo presente es al "Padre Chucho" sigo pensando que era más que guapo, joven y con ideas muy liberales para esa época. Y vaya que no era yo la única que pensaba similar pues el Padre Chucho terminó casándose con una joven vecina mía como 10 años más grandes que yo, perteneciente también a una familia muy católica que por supuesto no ha terminado de perdonar tal sacrilegio y dudo mucho que algún día lo hagan, claro dudo también que al Padre Chucho y a su esposa les importe un bledo, ellos son felices así, juntos y con sus hijos.
Mi padre desde pequeña me inculco el interés por la lectura, dejando que mi madre se encarga de impartirnos la religión, no recuerdo que haya sido excéntrica en cuanto a obligarnos a rezar o cosas por el estilo, pero si estoy conciente de que era de lo más aburrido asistir a misa a menos claro que fuera a la de 11am en Fátima con mi querido Padre Chucho! Porque él sentaba a todos los niños en las escaleras del atrio, encima de una gran alfombra roja, y todos esperábamos sus parábolas porque nos hacia participes de ellas, nos daba esos saquitos rojos de terciopelo, cosidos a un aro de metal ( lo siento pero para nombres técnicos no me pinto sola y me ha dado flojera detenerme a investigar esa nimiedad) donde recolectábamos la limosna, había un coro en un bacón, detrás de las bancas, formado por muchachos, hijos de los que asistían a esa iglesia y ellos hacían que esas misas de 11 fueran como de dos minutos! Pero que desilusión cuando por algún motivo no asistía el Padre Chucho! Los sermones duraban lo que parecía un día entero para mí.
Lo mejor era cuando terminaba la misa y mi hermano y yo salíamos a comprar obleas con miel (alegrías) en el jardín de enfrente de la iglesia con nuestro domingo (dinero que la Tía Lupita nos daba al igual que mi papá) mientras nuestros padres y mi querida Tía Lupita ( que es como mi segunda madre y de quien les contaré más adelante) se ponían de acuerdo donde pasaríamos el resto del domingo.
Así crecí hasta que no sé porque motivo ( es algo que jamás me he podido explicar) mis padres decidieron mandarme a un colegio de monjas!!! Yo crecí con la idea de que las monjas eran mujeres que habían sido dejas por el novio, gente que estaba peleada con el mundo, que muchas habían sufrido el rechazo de sus padres y estaban solas o bien que habían sido metidas en los conventos por las creencias de los mismos, pero nunca imaginé que alguien era capaz de dejar casi todo por "casarse" con Dios.
Supongo que mi estadía en el colegio Salesiano, se lo debo en gran parte a la metida de cuchara de Elisa mi prima, vaya ella si que es religiosa, hasta medio fanática, con ideas medias locas y muy conflictiva, pero eso sí buena persona en el fondo, muy en el fondo.
Porque insistía mucho en que una señorita como yo debía tener buenos principios católicos, mejores modales, ser refinada y además de todo, tener conocimientos de secretariado ( ja! Si ella supiera que la taqui nunca se me dic ohhhhh estaría desilusionada de mí)
Ella era de una corriente de jóvenes que sabían bordar, deshilar, coser, cocinar, propia, sumisa y fiel al principio de casarse con un hombre bueno, honorable y de mejor familia, vaya que lo consiguió, un hombre muy creyente, muy agradable y aunque estricto estupendo padre de familia. Claro hay que reconocerles a los dos que gracias a ellos yo pase estupendos momentos en mi infancia y mi juventud, así como siempre tengo presente el agradecimiento hacia ella, por apoyarme con la cena de mi boda.
Así llegue al Colegio de monjitas, no voy a negar que viví momentos muy lindos, que conocí gente extraordinaria, que como buena hija de familia me gane el cariño de muchas de esas monjitas a las que aun recuerdo con cariño, pero también habré de decir que me tocó ver muchas injusticias, muchos malos tratos y sobre todo humillaciones de parte de algunas monjas locas que torturaban psicológicamente a algunas alumnas.
Recuerdo mucho un día que a alguien se le perdió dinero de su mochila y para sacarle la verdad al culpable, nos fueron turnando una por una metiéndonos en un cuarto oscuro, el colegio estaba en remodelación y había en ese cuarto (supongo que lo ocupaban como bodega) vigas y material de construcción, las ventanas estaban cubiertas con una especie de tela negra, lo que le daba un toque siniestro. Así una de las monjas cuyo nombre no quiero recordar ( no, realmente mi memoria es fallida en algunos detalles) me pidió que me sentara en una silla frente a ella, así lo hice y ella cerró la puerta, comenzó son su mal caracterizado papel de policía judicial, preguntándome si yo había tomado el dinero, por supuesto respondí en forma negativa, entonces comenzó a hostigarme con el más conocido sermón de los católicos: SI NO DICES LA VERDAD DIOS TE VA A CASTIGAR! Claro en aquella época a pesar de mi inocencia de niña de 13 años, intentaba creer que Dios no era tan malo como para castigar a nadie, cosa que muchos años después sigo afirmando.
De pronto escuché ruidos extraños que me hicieron sobresaltar y pude apreciar que detrás de mi interrogadora aparecía una luz, pequeña como de una vela, sinceramente me aterré! Vaya no era necesario tal espectáculo yo me aterro por cualquier cosa!
Y recuerdo vagamente que pegue un grito de terror, a lo que ella me contesto que seria mejor que confesara mi crimen pues había un espíritu maligno que estaba presente y podía escudriñar en mi mente sacándome la verdad. Mi primer impulso fue salir corriendo de ahí pero no me dejo, se paro firmemente en la puerta diciendo TU FUISTE TU FUISTE! Aun recuerdo el brillo de sus ojos lleno de placer al gritar sus palabras! Y no dudo que lo haya sentido, un ser insignificante rechazado social teniendo todo el poder!
Los ruidos se hacían más fuertes, no entiendo como pero logré empujar a la monja y salí corriendo de ahí, no tenía ningún pensamiento en ese momento y por supuesto palabra alguna, pero ahora comprendo que lo que sentía en ese momento era ODIO e impotencia.
Imagino que el cuadro que se presento ante mis compañeras infundió aun más temor al verme pálida y llorando, sin poder responder a lo que había sucedido en ese cuarto!
Pero al menos sirvió para que la señorita que había tomado el dinero lo confesara, sin pasar el martirio que muchas de nosotros ya habíamos sufrido!
Ahora me pregunto cuál Justicia Divina? Si la ladrona no tuvo que pasar por el interrogatorio, yo no le podría llamar a eso Justicia......
Por supuesto este episodio NUNCA fue comentado en mi casa, ahora entiendo porque hasta hace unos años mi madre se preguntaba porque cuando mencionan mi estadía en el colegio yo hablaba con tanto rencor! Vaya si tan solo hubieran sabido, pero como decía mi papito, de "penseques, creiques y hubieres" esta lleno el infierno...
Conforme escribo vienen mi mente más recuerdos, esa disciplina de hacer el aseo!! Que cosa más escabrosa! Era algo que no solamente yo sino mi padre estábamos en completo desacuerdo, vaya que las monjitas se ahorraban una buena tarea poniéndonos a nosotras a barrer y trapear todo el edificio! Que cómodas! Para eso pagaban mis padres una colegiatura no? Bueno yo siempre encontraba la forma de escaparme de andar con el trapeador así que no podré quejarme tanto de este asunto.
El hecho que definió por completo mi repudio hacia las monjas en especial hacia aquella, una flacucha ya entrada en años, con manos esqueléticas, fue un día a la hora del recreo, aunque los edificios estaban separados en secciones de primaria, secundaria y contabilidad ( mi primer año en el colegio aun existía una carrera técnica en contaduría) el horario del receso era el mismo para todos.
Así que cuando bajé a comerme mi delicioso sándwich especial de queso amarillo ( que mi madre hacia en una plancha especial y tan aplastado que parecía un solo pan de caja milagrosamente relleno de queso) como el otro de cajeta (igualmente asado) granulada, por el calor, pero que me hacían sentir placer cada vez que los mordía. Aun puedo sentir en mi paladar esos dos mágicos sabores, me dirigí a la "tiendita" para comprar mi "boing" de tamarindo, mi "paleta de azúcar" y mis dos "miguelitos" para el postre.
Cuando escucho los gritos de una niña, al voltear veo impresionada que una monja jalaba de la oreja a una niña no mayor de 7 años, cubierta en algo café, mientras la niña lloraba, gritaba y suplicaba que no le hicieran nada, mi asombro no termino ahí pues la monja llevo a la niña a una llave a un lado del patio y mientras le gritaba que se quedara quieta comenzó a abrir la llave, tomó la manguera y a chorros la bañaba, pueden creer que en ese momento al ver esa situación no me percataba de que se trataba, solo me sentía llena de coraje al escuchar a la monja "pedorra" gritarle a esa criaturita: ERES UNA CERDA, TE HAZ CAGADO EN LA ROPA, DEBES DE APRENDER A CONTROLARTE Y NO PEDIR PERMISO PARA IR AL BAÑO!!!!
Mientras seguía mojando a la niña, delante de no menos 300 alumnas que mirábamos pasmadas con una mezcla de asco y terror!

Ahora puedo imaginar lo que sucedió, posiblemente la criatura se sentía mal del estómago, pidió permiso para ir al baño y le fue negado! Se vio imposibilitada de contener sus esfínteres y se vació! Viéndolo como sea, no era la forma, no quiero imaginar el trauma tan tremendo que supongo hasta la fecha sigue sufriendo esa niña ahora convertida en mujer! Una violación a su persona, a su privacidad y la burla que pudo desatar con sus compañeritas que dicho sea de paso, los niños pueden llegar a ser de lo más crueles del mundo.
Supongo también que jamás se lo comentó a sus padres, pues la monja esa permaneció ahí, al igual que la alumna!
Ahora ya adulta pienso que si alguno de mis hijos sufriera maltrato similar, yo misma con mis propias manos iba y le sacaba los ojos al autor.

Puedo asegurar que esos dos episodios marcaron mi vida y mi forma de ver a las que malamente se nombran "esposas" de Dios, Dios estaría avergonzado de tener como esposa a una persona carente de buenos sentimientos y llena de odio.

Hasta aquí mi comienzo! Espero les guste.
Besos